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Estudio de Crecimiento 37-2021

José Rodriguez
September 9, 2021

Estudio de Crecimiento 37-2021

¡Bienvenido a nuestro Altar Familiar! Propósito del estudio de la semana 24:

1. Salvar almas.
2. Orar por los que estén en ésta casa.
3. Adorar a Dios (canciones en YouTube).
4. Orar por los vecinos.
5. Compartir el estudio.
6. Enviar mi ofrenda a Dios por mi familia (reporte ).
7. Orar por mi familia.


 

¿A quién estamos contemplando?

 

¡Aquello que contemplamos, es en lo que nos convertimos; en lo que nos convertimos, es lo que impartimos! ¿A quién estamos contemplando? ¿En dónde esta nuestro interés, atención, mirada?

Nuestro Padre Dios es amor (1 Jn. 4:8) y nosotros somos fruto de Su amor. No somos el fruto de una relación sexual, venimos del cielo; salimos del corazón de Dios; tenemos la capacidad de amar. 

Entonces ¿qué es lo que pasa cuando sentimos tristeza o vacío? Comemos, compramos, nos relacionamos y hacemos cosas para comprar el amor de otra persona y después nos damos cuenta que nada nos satisface y nos frustramos, porque lo único que nos llena es el perfecto amor de Dios; ese perfecto amor que echa fuera todo temor (1 Juan 4:18). El amor de Dios es el que sostiene el universo; es el que llena la inmensidad; no escasea, no se agota. 

Cuando contemplamos a Dios nos llenamos de su amor y lo primero que se elimina en nuestra vida es el egoísmo, buscamos compartir y ayudar a otros; aceptamos a las personas con sus virtudes y errores, cuando Jesús miró a Saulo, no vio a un terrorista o un asesino, sino que vio a un apóstol (Pablo). El amor de Dios ya no nos deja ver, ni tratar, a las personas por su vida pasada (su historial, su expediente); el amor de Dios nos deja ver a las personas en su destino, su futura, vemos que la persona tiene un destino glorioso. 

Cuando contemplamos a Dios nos llenamos de su amor y nos damos cuenta cuanta gente nos ama, nos admira; cuan valiosos somos, somos únicos en esta tierra. Somos hijos de Dios, disfrutemos Su amor, experimentémoslo. 

Volvamos al padre, metámonos en el corazón de nuestro Padre celestial; contemplemos el corazón de Dios, para convertirnos en Su amor y, así, impartir Su amor a quien nos rodea, para vivir una vida plena, satisfechos, saciados. 

Recordemos: ¡Aquellos que contemplamos, es en los que nos convertimos; en los que nos convertimos, es los que impartimos! 

¿Quieres recibir a Cristo? ¿Quieres servir a Cristo?


Ap. José Rodríguez

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